Reji Thomas, de 43 años, es un hombre indio que tras su experiencia con una niña enferma sentada en la puerta de un hospital, decidió que ya no vería ninguna muerte infantil debido al VIH, si estaba en sus manos. Todo ocurrió cuando el hombre le ofreció a la niña traerle algo de comer para sobrevivir, pero cuando regresó con la comida, el hospital le comunicó que había muerto por su enfermedad. Había llegado demasiado tarde.
A partir de entonces, Reji sólo pensaba en esa niña, y decidió que podría hacer más por niños en la misma situación. Su familia y él adoptaron varios niños para darles una casa, comida y cariño. Pero poco a poco los pequeños se iban sumando, hasta llegar a la cifra de 22 niños bajo su techo.
Reji Thomas y su esposa no se arrepentían de haberlo hecho, sino que les daba más fuerza para cuidarlos. Se dio el caso de un niño con tuberculosis que no sobreviviría, pero con el mero hecho de estar en familia, bien cuidado y siendo querido, pudo contarlo más adelante.
¿Qué sería de estos niños si Reji no hubiera tomado esa decisión? Probablemente estarían divagando por las calles, rezando por ver el amanecer una vez más, y viendo cómo la gente pasa por sus lados sin inmutarse. La vida de las personas se pone en juego cada día, y desgraciadamente la muerte está más presente en países subdesarrollados como la India. Pero por otro lado hay personas que sí se involucran. Personas a las que les importan otras personas y les duele ver niños de tan sólo 3 o 4 años abandonados en la calle, sin un futuro próximo. Personas como Reji Thomas, un claro ejemplo a seguir.
Actos como estos son la clave para la mejora de nuestro mundo. Todo cambio que implique un poco de esfuerzo y buena intención es bienvenido en nuestra sociedad. Este hombre, con una decisión individual tan simple, nos ha demostrado que los milagros sí existen.
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